Si bien con la llegada de los teléfonos inteligentes los productos electrónicos de consumo se han convertido en una competitiva e innovadora categoría de productos, la aceleración de la rotación al renovar estos dispositivos ha generado un enorme aumento de residuos electrónicos. Cada año se generan y desechan 50 millones de toneladas métricas de equipos informáticos y sus correspondientes accesorios. Esto supone aproximadamente un promedio global de siete kilos de residuos electrónicos por persona al año.
“Hablamos con frecuencia de la circularidad y del cero neto. Lo cierto es que aun con productos fabricados con materiales altamente sostenibles, los envíos por todo el planeta hacen que su huella de carbono sea muy alta —comenta Julien Vaissieres, fundador y director ejecutivo de Batch.Works—. La pregunta que nos hacemos es cómo hacer uso de la tecnología para evitar ese problema”.
Precisamente este deseo de reducir la huella de carbono es una de las razones por las que Batch.Works ha creado estos auriculares de calidad superior para niños. Han sido diseñados empleando principios de economía circular con el fin de generar una producción sostenible en todo el ciclo de vida del artículo, un uso prolongado y una posible reutilización.
Bajo el nombre de Kibu, son unos auriculares desarrollados después de haber trabajado estrechamente con la consultora de diseño Morrama, situada en el este de Londres. Presentan colores muy vivos y se fabrican empleando piezas reciclables que los niños pueden ensamblar y adaptar en función de su preferencia.
Principalmente, cada Kibu se fabrica principalmente haciendo uso de un proceso de impresión 3D FFF (fabricación de filamentos fusionados). El material principal es PLA (ácido poliláctico), un plástico biodegradable que se suele emplear en dispositivos médicos. Ha surgido del sector del embalaje agrícola reciclado y está diseñado para que se disuelva en un periodo de seis a 12 meses. Según un informe de las Naciones Unidas, los envases de alimentos agrícolas supusieron 37,3 millones de toneladas en residuos plásticos mundiales en 2019. El material se recolecta en Países Bajos para ser transformado después en filamentos para FFF por Reflow, una empresa situada cerca de la planta de fabricación de Ámsterdam de Batch.Works.
Según Vaissieres: “Si observamos el gran uso de auriculares entre los jóvenes, constatamos que la oferta para niños es muy escasa. Cuando las marcas hablan de sostenibilidad aluden al embalaje y no al producto en sí”.
Otro factor que complica las cosas es que los niños crecen. Los padres les compran auriculares y tienen que tirarlos después de unos meses porque ya no les quedan bien. El diseño modular de Kibu permite ampliarlos o reconfigurarlos a medida que van haciéndose mayores.
“Para nosotros, estos auriculares han sido el producto perfecto para acceder por primera vez al mercado de los dispositivos electrónicos”, comenta Vaissieres.