Teniendo en cuenta que la presencia de la IA en la arquitectura es aún bastante reciente, es difícil determinar cómo afectará a los empleos en el sector, aunque cuesta imaginar que las tareas en las que la IA destaca, tales como reunir detalles técnicos y elaborar planos, no vayan a reducir la necesidad de aquellos diseñadores con menos experiencia que normalmente se centran en ese tipo de trabajos. Y, si bien el potencial de la IA para librar a los arquitectos de las tareas más monótonas es muy real, también es conocida la tentación que tendrán las empresas de usar esta herramienta que tanto trabajo ahorra para aumentar el ritmo de producción.
Hoy en día hay muchas áreas del diseño arquitectónico en las que la IA aún no tiene presencia. La IA sigue sin ser capaz de definir las limitaciones que acompañan a cualquier proyecto de edificación, tales como el programa, el tamaño, el público, los materiales o el contexto geográfico. Estos parámetros surgen de las interacciones con los clientes, un trabajo que tampoco puede externalizarse a una IA. Esta tecnología tampoco entiende bien cómo se mueven las personas por el espacio e interactúan con objetos, ni puede generar todavía imágenes 3D mediante instrucciones textuales con la riqueza y detalle con la que crea imágenes en 2D.
Además, las visiones fantásticas que crean MidJourney o DALL-E no vienen con documentos de construcción añadidos. A lo largo y ancho del sector de la arquitectura, ingeniería y construcción, donde menos se ha utilizado la IA es en aplicaciones de robótica que interactúan con la obra de construcción o directamente con el edificio. Esto, sin embargo, está cambiando, gracias a robots de captura de la realidad que cuentan con cierta independencia, pero aún necesitan que los guíe un ser humano.
La IA en arquitectura también está limitada por dinámicas económicas y de sesgo de selección fundamentales que afectan a la calidad de los datos de los que beben estas aplicaciones. Los algoritmos de IA están limitados por la cantidad de datos con los que cuentan para aprender: en arquitectura, estos datos pueden estar patentados, cosa que puede tener un efecto disuasorio en cuestión de compartirlos con posibles rivales que están trabajando en sus propias aplicaciones de IA. Además, la IA de creación de imágenes solo puede resintetizar lo que ya ha visto, de forma que si el banco de imágenes de internet tiene un sesgo cultural o regional (con una sobrerrepresentación, por ejemplo, de imágenes arquitectónicas de países ricos y occidentales), los resultados tendrán un sesgo similar.
La IA es una evolución de la automatización, y los procesos automáticos son ya una parte integral del diseño; simplemente se les ha dado otro nombre. “Si estoy diseñando algo con Revit, y Revit produce automáticamente los documentos que se necesitan para construirlo, una cosa menos de la que preocuparme —afirma Jim Stoddart, del estudio de arquitectura The Living—. Eso ya es automatización; está haciendo un montón de cosas de las que antes me encargaba yo manualmente”.
La mejora de las capacidades de los ordenadores está brindando más oportunidades para equilibrar la inteligencia humana y la automática, permitiendo a ambas partes hacer aquello en lo que sobresalen. “A los ordenadores no se les da bien proponer soluciones creativas y abiertas; eso sigue siendo cosa de los humanos —explica Mike Mendelson, instructor certificado y diseñador de planes de estudio en el Nvidia Deep LearningInstitute—. Pero, gracias a la automatización, podemos ahorrar tiempo al no tener que hacer tareas repetitivas, y ese tiempo podemos reinvertirlo en diseñar”.
Este artículo ha sido actualizado. Se publicó originalmente en abril de 2021.