Es un hecho que las personas desconfían cuando oyen que la IA está entrando en el mundo empresarial. Existe un miedo natural al modo en que esta tecnología afectará a los puestos de trabajo. Sin embargo, el peligro no es la IA en sí, sino la incapacidad de adoptar la IA para hacer mejor nuestro trabajo.
A medida que vaya evolucionando, la IA aportará unos beneficios económicos de entre 2,6 y 4,4 billones de dólares al año, según un estudio del Foro Económico Mundial, en el que se indica: “Más del 93 % de las empresas esperan utilizar IA generativa en los próximos cinco años para aumentar la innovación y la creatividad, automatizar tareas repetitivas y potenciar el aprendizaje”. Con la adopción de herramientas de IA, las empresas pueden mejorar el equilibrio entre trabajo y vida personal al eliminar tareas rutinarias, liberando así a los trabajadores para realizar labores más importantes y generadoras de valor.
Una forma en que las empresas pueden eliminar tareas repetitivas es aprovechando la potencia de modelos extensos de lenguaje para sintetizar y automatizar órdenes complejas. Por ejemplo, cuando los arquitectos escuchan las opiniones de los clientes, pueden valerse de traducciones y síntesis de habla y lenguaje basadas en IA para dar con sutiles matices de información y acelerar la toma de decisiones.
Los líderes de las empresas tienen la capacidad de aliviar los miedos que puedan existir en el entorno de trabajo mediante la educación, la exposición a nuevas herramientas y el fomento de una cultura de aprendizaje e innovación. Esto invita a la experimentación sin miedo a los errores que se puedan cometer. Se pueden establecer programas piloto a sabiendas de que algunos quizá no funcionen, o desarrollar programas exhaustivos de formación para que las plantillas entiendan en qué consiste la IA y cómo pueden ponerla en práctica.