Partiendo de la IA disponible en la actualidad, las posibilidades de adaptar contenido existente son prácticamente ilimitadas.
Vlad Susanu, fundador de Game Clubz, advierte un paralelismo en cómo los videojuegos obtienen ingresos continuados: “Todas estas herramientas son una gran ayuda para que los estudios sigan estrujando económicamente sus archivos. Algo parecido sucede con el contenido descargable y las extensiones de los juegos, que alargan y alargan su tiempo de rentabilidad. Colorear y remezclar películas atemporales podría atraer tanto nuevas suscripciones de streaming como pagos por visión, sobre todo entre un numeroso público joven que quizá no se sienta seducido por las antiguas versiones en blanco y negro”.
Cabría pensar en un festival de cine o un servicio de streaming que muestre la filmografía completa de los hermanos Marx a todo color, o las sagas más populares desde la perspectiva de un personaje secundario, como Hagrid en las películas de Harry Potter o C-3PO en el universo de La guerra de las galaxias.
Pero, incluso si todo esto es factible técnicamente, ¿debería hacerse? Una de las principales preocupaciones es la integridad artística. Durante milenios, el arte ha sido algo exclusivo de los humanos, de modo que ¿sigue siendo arte si lo crea un ordenador? Por otra parte, ¿permitir que una IA rehaga una obra de arte humana podría afectar negativamente al artista y a su creación original?
Con unos servicios de streaming aún relativamente nuevos y un más que notorio agujero en el calendario de estrenos de 2024 como consecuencia de los seis meses de huelga de 2023, la integridad artística parece importar más bien poco a los estudios en este momento, y lo más probable es que no renunciarán a todos esos nuevos mercados prometidos por la IA sin plantar cara.
“Por supuesto que hay un mercado muy suculento ―afirma Fraser―. Podrían recuperarse antiguos clásicos del cine que quizá no se hayan podido adaptar al formato IMAX o a las grandes pantallas por encontrarse sus negativos muy degradados. Por desgracia, lo que mueve todo es el dinero de las grandes empresas y, a pesar de que me parece muy difícil que una película de los hermanos Marx haga mil millones de dólares de caja o que otra de Elvis se mantenga semanas en la cartelera, todavía se puede rascar dinero”.
Como añade Jeremy Toeman, director ejecutivo de la start-up de IA Aug X Labs y antiguo vicepresidente de producto de WarnerMedia/Sling/CBS Interactive, quienes tienen la sartén por el mango son ciertas empresas que acumulan ingentes cantidades de activos (todo un siglo, para ser exactos): “Si algo aprendí en WarnerMedia es que las empresas con contenido audiovisual antiguo disponen de inmensas bibliotecas de archivos. La mayor parte ni se utiliza ni se explota económicamente. La IA dará alas a los propietarios de esos derechos para bajar esos activos del desván y sacarlos nuevamente a la luz. Ya sea para entrenar nuevos modelos o para reutilizarlos en un mundo generativo, es la gallina de los huevos de oro para cualquiera que tenga un catálogo de bienes con propiedad intelectual. Las empresas audiovisuales deberían verlo como una gran oportunidad para expandirse”.
Análisis riesgo-beneficio