3 formas de aplicar la biomimética en pro de una arquitectura sostenible
Los edificios son uno de los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, contienen infinidad de sustancias tóxicas que pueden hacer enfermar a las personas. Eric Corey Freed, nombrado recientemente director de sostenibilidad de CannonDesign, resume el problema de manera sucinta: “Construimos de forma absurda”.
Durante toda su carrera profesional, Freed ha defendido la importancia del diseño y la necesidad de que los arquitectos trabajen en armonía con la naturaleza, en vez de luchar contra ella. Para ello, se apoya en el potencial que ofrecen la biomimética y el diseño biofílico en pro de una arquitectura sostenible. La biomimética y la biofilia no son conceptos nuevos, aunque muchos diseñadores no serían capaces de definirlos (o incluso de diferenciarlos).
Según Freed, a medida que la crisis climática se acentúa, lo más importante es entender el inmenso potencial de estos enfoques. “El objetivo último sería construir edificios de impacto cero, bonitos y saludables para todos —comenta—. Incorporar la biomimética (diseñar imitando a la naturaleza) y el diseño biofílico (integrar la naturaleza en el diseño) es vital para lograrlo”. Y en un escenario como con el que nos enfrentamos hoy, en el que las personas se ven obligadas a permanecer confinadas en sus casas, es más importante que nunca hacer que esas casas sean sanas y seguras, y que estén en sintonía con el entorno natural. Estas son tres formas en que los arquitectos pueden ayudar a convertir este concepto en realidad.
1. Integrar la naturaleza en cada proyecto
Para sacar ideas en su trabajo, los arquitectos a menudo recurren a sitios web con fotos de nuevos edificios rebosantes de glamour. Sería mejor si dieran un paseo por un bosque. Como señala Freed, “El mundo es fascinante. Si los diseñadores abriéramos los ojos, encontraríamos inspiración en todas partes; y no en plan hippie, sino de una manera perfectamente tangible y práctica”. Pensemos en la forma. Hay infinidad de modos de incorporar formas naturales en un edificio: podemos modelar columnas a partir de árboles, por ejemplo, o usar motivos botánicos en tejidos y revestimientos de paredes.
La biofilia, o afinidad innata de los seres humanos con la naturaleza, es una razón más que convincente para dar este salto. Para la sede de casi 20 000 metros cuadrados de Etsy en Brooklyn, Nueva York, el diseño biofílico fue un componente clave de la estrategia de la firma de arquitectura y diseño Gensler, encaminada a promover el bienestar, la salud y la productividad de los empleados. En este proyecto, el equipo llenó el espacio de vegetación, encargó obras de arte con temas botánicos y minimizó el uso de paredes lisas y ángulos rectos para emular las irregularidades que se encuentran en el entorno natural. Según Freed, una forma sencilla de incorporar la naturaleza a los proyectos es estudiar detenidamente las propiedades únicas de cada sitio: el terreno circundante, la trayectoria que sigue el sol, el clima, la flora y la fauna. Algunos de estos elementos se pueden poner en primer plano en la arquitectura. “Una cosa que hago habitualmente cuando queremos integrar el edificio en el sitio es ir a recoger muestras: hojas, piedras, flores, etcétera. —explica Freed—. Las documentamos, escaneamos, ajustamos el color y las guardamos en un repositorio del emplazamiento”.
Esta estrategia de diseño se hace eco de la lógica propia de la naturaleza. Los organismos evolucionan en respuesta a las condiciones de su entorno, y la arquitectura debería hacerlo también, afirma. “Es lo que Frank Lloyd Wright solía describir como arquitectura orgánica. Ese proceso creativo de ‘no venimos con una forma preconcebida, sino que formamos parte de la comunidad y trabajamos en armonía con lo que nos rodea’. ¿Cómo puede inspirarnos la naturaleza en general (y el lugar en particular) para llegar a formas que nunca habríamos imaginado?”.
2. Convertirse en impulsor de la biomimética
Entender la manera en que la naturaleza resuelve los problemas puede ayudar a los arquitectos a crear edificios que funcionen en armonía con los sistemas naturales, como la atmósfera del planeta y el cuerpo humano, por ejemplo. Durante miles de millones de años, la naturaleza ha ido mejorando a los seres vivos para ayudarlos a desenvolverse en su entorno. Los huesos del cuerpo humano son cuatro veces más resistentes que el hormigón (con la mitad de peso); la seda de araña es cinco veces más resistente que el acero. Y a diferencia del hormigón y el acero, los huesos y la seda no generan emisiones contaminantes durante su producción.
La actividad del estudio británico Exploration Architecture consiste en traducir las lecciones aprendidas de la naturaleza a formas construidas. Para un proyecto de edificio de oficinas biomimético, la empresa estudió cómo la biología vegetal y animal atienden a necesidades vitales que van desde el sostén estructural hasta la regulación de la temperatura. Extrayendo ideas de materiales como cráneos de pájaros, pieles de osos polares y hojas de mimosa, crearon un diseño con un consumo de energía previsto mucho menor que el de una torre de oficinas estándar equiparable. En el proyecto Abalone House propusieron imitar la geometría de la concha de un molusco para crear una estructura de techo ondulada, que reducía a la mitad la cantidad de material de construcción necesario. Por supuesto, no todos los estudios tienen los recursos o la experiencia necesarios para saltar directamente al diseño de techos inspirados en moluscos, pero Freed cree que, aun así, los arquitectos pueden promover la causa, incluso si todavía no pueden imitar a la naturaleza. “No necesitan convertirse en biólogos aficionados de la noche a la mañana, basta con que tengan entusiasmo e interés en usar este enfoque para diseñar mejores edificios”.
3. Buscar materiales de base biológica
Los fabricantes han aumentado la producción de artículos no tóxicos y ecológicos, y hay disponible en línea una biblioteca de productos llamada mindful MATERIALS que ha hecho más fácil encontrarlos y evaluarlos. Los diseñadores hoy pueden especificar productos de origen natural, como aislamiento de soja y cáñamo, junto con otras opciones más conocidas, como la madera contralaminada o CLT (si bien, puede seguir habiendo problemas en relación con las normativas o con la cadena de suministro). Freed está ilusionado especialmente con los materiales de origen biológico que pueden diseñarse para satisfacer necesidades específicas y producirse en forma de cultivos, en lugar de fabricarse mediante procesos industriales con un alto consumo de energía. Además, es posible manipular el ADN para dar a los ladrillos propiedades especiales, como la capacidad de absorber dióxido de carbono del aire, reflejar calor durante el verano o brillar de noche.
Es posible que estos ladrillos aún no estén disponibles en la tienda de materiales de construcción de la esquina, pero son algo más que un simple sueño futurista. “Hemos secuenciado el mapa de ADN de todos esos elementos y ahora es posible cultivar materiales de construcción que hacen las cosas que queremos que hagan”, comenta Freed. BioMASON, una empresa de Carolina del Norte que produce ladrillos utilizando microorganismos (un proceso inspirado en estudios sobre el coral), ofrece un adelanto de lo que nos depara el futuro. Como destaca Freed, “La mayoría de los materiales contribuyen a la crisis climática durante su fabricación. Al cultivarlos nosotros mismos, podemos evitar eso, e incluso invertir el proceso”.