“Perkins&Will tiene experiencia en proyectos de reutilización adaptativa”, explica Dalton Ho, el líder en diseño sostenible regional en el estudio del despacho en San Francisco. Se especializa en pensar de manera integral cómo reducir el impacto medioambiental de un edificio, incluido el carbono incorporado y la energía operativa. “En Perkins&Will, cada vez que evaluamos un edificio, el primer paso siempre consiste en preguntarnos ‘¿Qué podemos conservar? ’” indica Ho. “La reutilización adaptativa tiene que ser parte de nuestra estrategia para conseguir nuestros objetivos climáticos”.
Al reutilizar partes de los edificios existentes, los promotores pueden ahorrar carbono incorporado, que corresponde al total de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) emitidas durante la fase de construcción, antes de que el edificio entre en funcionamiento. Esto se registra como CO2e (equivalente a emisiones de carbono) e incluye la fuente, creación y transporte de materiales, así como cualquier tarea de renovación.
Ho explica que en los último cinco años aproximadamente, el sector de la arquitectura, ingeniería y construcción (AEC) ha llegado a la conclusión de que el carbono incorporado contribuye mucho más a las emisiones de que lo que se pensaba anteriormente, comparado con la energía operativa de un edificio.
“Nos hemos dado cuenta de que el carbono incorporado representa más o menos entre una tercera parte y la mitad de todas las emisiones relacionadas con los edificios” indica. “Además sabemos que el carbono incorporado también tiene una relación muy cercana con las cosas que sean de gran volumen o peso elevado, como el acero y el hormigón. Por eso como mínimo tratamos de mantener la mayor parte posible de la estructura y el cerramiento exterior ya que son de gran volumen y peso elevado”. Ho explica que en total la estructura y cerramiento representan un 75%-80% o más de la huella de carbono incorporado del edificio.
En el caso del Building 12, preservar su carácter histórico significa reutilizar, entre otras cosa, sus distintivas cubiertas corrugadas gastadas por el paso del tiempo, la mayor parte del suelo original de madera, gran parte del techo icónico de forma irregular y todas las columnas de acero construidas que dividen el interior en tres secciones y que delimitan el perímetro del edificio. Esencialmente, se conservó el cascarón original del Building 12 de 1941. La reutilización de las gigantescas columnas presentaba una buena oportunidad de ahorrar carbono incorporado. Sin embargo, la gran tarea de elevar el Building 12 para responder a los niveles del mar previstos de aquí al 2100 canceló de hecho parte de esos ahorros.