Un casco inteligente evita que los obreros se duerman y detecta el COVID-19
La máquina más simple a veces resulta ser la más útil. Y, si además llega en el momento perfecto, puede acabar salvándonos la vida.
WakeCap es un dispositivo de monitorización en forma de casco inteligente que rastrea la proximidad entre obreros para mejorar la eficiencia y la seguridad. La empresa dio sus primeros pasos solucionando un problema de protección concreto: detectar cabeceos en conductores que se están quedando dormidos —de ahí su nombre: wake es “despertar” en inglés—, pero enseguida dio el salto a la tecnología a pie de obra y aplicaciones similares.
Cuando la pandemia del COVID-19 dio lugar a una crisis de salud pública global y paralizó la economía, estos datos básicos demostraron capacidades heroicas de rastreo de contacto entre trabajadores en obra, algo que supone una capa extra de protección para los obreros mientras el virus sigue activo.
WakeCap, lanzado en 2017, es proyecto residente del Autodesk Technology Center de San Francisco. Desde su sede, ubicada en esta ciudad de California, la compañía trabaja con conglomerados multinacionales de la construcción, como AECOM, EMAAR o Besix. WakeCap cuenta con proyectos activos en Estados Unidos y Oriente Medio, de donde proviene su fundador, Hassan Albalawi, y pronto iniciarán otros nuevos en Japón e India.
Esta primavera, Besix, cliente de WakeCap, descubrió que alguien había contraído COVID-19 en una obra en la que estaban trabajando 2200 personas. Al pensar en la capacidad de monitorización del casco, la empresa le preguntó a WakeCap si podría decirles en qué fase de la obra se encontraba ese trabajador o trabajadora y con quién estaba en contacto. La respuesta fue un sí rotundo, según Daniel Pifko, vicepresidente de WakeCap Norteamérica.
Al haber empezado ya a desarrollar estas habilidades, en unas pocas horas WakeCap pudo facilitar a Besix una lista de todos los trabajadores que habían estado en contacto estrecho con esta persona durante un tiempo prolongado, así como un mapa de los movimientos de esa persona por la obra. Para identificar y clasificar los posibles contagios de COVID-19, WakeCap simplemente tenía que realizar un nuevo informe.
“En el caso del COVID-19, podemos introducir un número de placa y obtener así una lista de quienes han estado en contacto con esa persona”, explica Pifko. Después, algunos miembros del equipo comprobaron contactos de segundo y tercer grado (personas que tuvieran contacto con las que, a su vez, hubieran estado en contacto con el trabajador o trabajadora infectada). Esto les permitió predecir con precisión qué trabajadores podrían haber contraído COVID-19.
WakeCap también permite a los constructores comprobar si se están siguiendo las precauciones de distanciamiento social y si estas funcionan bien. “Si le preguntase a una de estas empresas de antemano si están funcionando las precauciones, se me quedarían mirando sin saber qué decir —explica Pifko—. Pero nosotros sí podemos responder. ¿Estás limitando el aforo de una habitación a 15 personas? Nosotros tenemos la respuesta”.
El hardware de WakeCap valora una baja dificultad de acceso (no requiere formación) y facilidad de uso por encima de una funcionalidad compleja: solo monitoriza dónde está cada persona y con quién está en contacto. El sistema no utiliza más de cuatro componentes. Cada trabajador tiene una pequeña unidad de monitorización, de menos de 30 gramos de peso, que se fija a la rueda de ajuste del casco. La unidad contiene un acelerómetro capaz de detectar caídas e impactos: una medida clave para la seguridad.
En general, no obstante, WakeCap se cuida de incluir avisos de precaución intrusivos, como los pitidos (que las unidades sí pueden emitir), pues podrían saturar el ambiente ya de por sí ruidoso de una obra en construcción. Con un botón, los usuarios pueden informar de un incidente urgente o indicar que han recibido mensajes de emergencia. Una placa opcional con forma de tarjeta (que no se fija a los cascos) tiene esta misma función.
Por el recinto de la obra hay un conjunto de dispositivos de anclaje de mayor tamaño fijados a los materiales de construcción. Esto crea una red que sitúa a los trabajadores como unidades en el espacio. Dichos anclajes también miden la temperatura, la humedad y la presión atmosférica, cosa que ofrece a los obreros una mayor protección en cuanto a cotas peligrosas de calor y, también, más flexibilidad.
“Si hay una parte de la obra en la que hace demasiado calor pero aún es aceptable, se pueden enviar oficiales de seguridad para determinar si se debe cerrar o no —expone Pifko—. Sin este tipo de monitorización de la temperatura, o bien no saben el calor que hace en un espacio cerrado, con lo cual corren más peligro, o puede pasar lo contrario: que tengan un par de termómetros para toda la obra y haya que cerrarla entera”. Finalmente, una unidad de acceso (en esencia, un pequeño ordenador) en cada uno de los recintos de la obra vincula todas las unidades del terreno y las conecta a internet.
Para abordar cuestiones de privacidad y seguridad, la unidad de acceso es el único elemento conectado a internet (y a un enchufe: el resto de piezas están fabricadas para tener una duración de batería extremadamente larga). El mapa virtual de la obra de WakeCap es autónomo en gran medida y no está conectado a ningún otro dato de geolocalización —ni online ni de otro tipo—; en su lugar utiliza la intensidad de señal como indicador de distancia. Los cascos no tienen cámaras ni receptores GPS: “Medimos la intensidad de señal con relación a los anclajes que están colocados a nuestro alrededor mediante lecturas de RSSI [siglas de Received Signal Strength Indicator] y después una multilateración de la ubicación del casco —indica Pifko—. Es importante destacar que el rastreo termina cuando el trabajador abandona la obra”.
Aunque WakeCap viene con su propio software, que recaba y muestra datos de ubicación y proximidad, está diseñado para trabajar con software de gestión de proyectos, plataformas de notificación de emergencias y aplicaciones de registro y asistencia. En el último caso, el registro de los trabajadores cuando llegan a la obra es un salto de gigante hacia la comunicación sin contacto que se ha vuelto tan necesaria en la era del COVID-19. Según Pifko: “Ya no hay tarjetas perforadas, ni un bolígrafo con el que firma todo el mundo, ni firmas en un iPad compartido. Ahora con que entren en la obra es suficiente”.
WakeCap permite a los usuarios importar mapas y modelos de la obra y superponer y designar zonas por ubicación y función. Este tipo de divisiones puede ayudar a los obreros a minimizar cuellos de botella, asegurándose de que no hay demasiadas personas en una zona concreta, en un momento en el que el distanciamiento social es un principio básico de seguridad en el entorno laboral.
Más allá de la preocupación por el COVID-19, gran parte del valor de WakeCap reside en el modo en que les ofrece a los constructores una imagen más completa de los itinerarios que realizan las personas por la obra, cosa que les permite refinar aún más los procesos y obtener una mayor eficiencia. La integración con software de gestión de proyectos significa, en palabras de Pifko, que “podemos partirlo y dividirlo por subcontratista o por proveedor. El contratista general puede gestionar el tiempo de trabajo y la productividad por sus proveedores y subcontratistas en una obra de construcción”.
Estos tipos de mejoras de la eficiencia son relativamente fáciles para la industria de la construcción, que va gravemente atrasada en cuanto a procesos de digitalización y depende del coste de la mano de obra (que puede llegar a ser la mitad de un presupuesto de construcción normal). En ese sentido, el panel de control del gestor de proyectos del WakeCap permite a los constructores examinar qué fracción de tiempo se pasa en zonas productivas de la obra, calculada por cada trabajador o por grupo. Así pueden identificarse al instante los subcontratistas que estén trabajando por debajo del ritmo adecuado. Todo esto evita impactos negativos en el presupuesto y los plazos programados.
WakeCap está desarrollando más funcionalidad de inteligencia artificial para en un futuro reconocer patrones en movimientos de los trabajadores y refinar la eficiencia aún más. Por ejemplo: ¿cuáles son los lugares más eficientes para colocar los cobertizos de herramientas o las salas de descanso? En Oriente Medio, donde WakeCap realiza gran parte de su trabajo, ¿cuál es la mejor ubicación para los rezos diarios? En lo que respecta a la contención del COVID-19, WakeCap podría prever casos de posible infección y sugerir límites de circulación por la obra para evitar patrones nocivos de interacción.
Es posible que pasar de detectar la fatiga en el trabajo a ubicar trabajadores en un espacio no sea una mejora exponencial en complejidad técnica, pero la ausencia de hardware complejo es clave en el valor que ofrece WakeCap.
“Es crucial entender dónde compensa una implementación del internet de las cosas a la hora de hacer que todo funcione —afirma Pifko—. Veo otros productos que dicen ser fantásticos, pero luego resulta que la batería dura solo dos semanas y después hay que recargarla otra vez”. Cada unidad de casco WakeCap tiene una batería con una duración de más de un año: lo suficiente, si todo va bien, para que aguante hasta que desaparezca el virus y pueda hacerse un hueco en el mercado.