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Flexible y adaptable: el diseño arquitectónico tras el COVID-19

architecture design COVID-19 Crosstown High School by ANF Architects

Cinco meses de pandemia de COVID-19 han dejado en evidencia que la flexibilidad y la adaptabilidad ante los virus será un elemento fundamental del diseño arquitectónico del futuro.

Unos informes del AIA (siglas del American Institute of Architects) con datos sobre centros educativos, oficinas, comercios, residencias para la tercera edad y entornos sanitarios) han ofrecido un detallado análisis a corto plazo de cómo podría —y debería— ser la situación. Sim Nabors, director del estudio internacional de diseño RATIO y responsable de su departamento de arquitectura de interiores, lo confirma: “Los edificios tendrán que ser tan adaptables como se les está exigiendo a las personas. Tendrán que vivir dentro de un espectro de cambios en el que poder mutar para ser mucho más seguros de lo que hoy hace falta”.

La mayoría de las medidas recomendadas por el AIA son tácticas y programáticas; se centran en alteraciones sutiles del espacio y de las formas de utilizar un edificio. Dichas medidas, basadas en instrucciones orientativas de la CDC (la agencia estadounidense de prevención y control de enfermedades) y aportaciones de arquitectos, funcionarios de salud pública y gestores inmobiliarios, nos recuerdan que la arquitectura no solo es lo que se construye, sino también cómo se utiliza el espacio.

architecture design COVID-19 school
Las necesidades de distanciamiento interpersonal en centros escolares varían por edad. Gentileza de VMDO Architects.

En las escuelas, la clave es la equidad

El informe del AIA report reconoce que las instalaciones de educación primara y secundaria hacen mucho más que ofrecer un espacio para el aprendizaje. También son lugares cruciales para la atención sanitaria física y mental, servicios de alimentación y más, especialmente en los barrios más abandonados por el gobierno de Estados Unidos. Así pues, asegurar un funcionamiento seguro de las escuelas tiene consecuencias sanitarias que van mucho más allá del COVID-19. “Tenemos que pensar en todo cuando hablamos de fomentar la salud infantil”, afirma Erika Eitland, analista de investigación de  Perkins & Will, un estudio de arquitectura puntero en el ámbito educativo.

Eitland, doctora en salud pública por la universidad de Harvard, indica que el COVID-19 está obligando a hacer frente a la crisis de equidad por la que se define la educación en Estados Unidos. El informe recomienda estrategias de distanciamiento interpersonal entre estudiantes, pero no será nada fácil ponerlas en marcha en centros cuyos distritos sufran de superpoblación. Una de las prioridades es mantener una calidad saludable del aire en los edificios, pero el  40 % (PDF, pág. 8) de los distritos escolares tendrían que actualizar o reemplazar los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado de al menos la mitad de sus centros. El informe también recomienda crear zonas de aislamiento para las enfermerías, pero ya en 2018 solo el 40 % de los centros contaban con una enfermera, ya fuera a tiempo completo o parcial. El COVID-19 ha hecho patente que muchas escuelas ya sufrían “una crisis preexistente de salud pública”, en palabras de Eitland.

Podríamos estar ante un momento de profundos cambios. Michelle Amt, de VMDO Architects, un estudio de Charlottesville (Virginia) que asistió en la creación del informe sobre centros educativos, lo admite: “Tenemos la posibilidad de repensar algo que haga frente a toda la desigualdad que sabemos que existe. Y tenemos la capacidad de transformar y revolucionar nuestros entornos de formación siguiendo caminos muy diferentes a los que hemos seguido demasiado tiempo”.

Gran parte de las recomendaciones para centros escolares varía por rango de edad. Para edades más tempranas, cuando se desarrollan habilidades lingüísticas o en casos de discapacidad auditiva, Eitland recomienda ayudas a la audición (como micrófonos para docentes) si hay una mascarilla que amortigüe la voz. Los comedores son espacios peligrosos debido a las aglomeraciones y los contactos frecuentes. La guía recomienda reconvertirlos en aulas o zonas de reparto de comida para estudiantes por fases.

Para reforzar la integridad de las “burbujas” (grupos de estudiantes divididos por aula, independientes y aislados de otros estudiantes), Eitland también propone sistemas de aulas modulares separadas del edificio principal. Un ejemplo es el Sprout Space de Perkins & Will. Eitland, autora principal del informe Schools for Health de la universidad de Harvard (que cuenta con una versión en castellano), también colaboró en gran medida al documento COVID-19 resource, ideado por Perkins & Will para guiar en el regreso a las aulas a la dirección de centros de educación primaria y secundaria.

Todas las anteriores son medidas mayoritariamente defensivas para reducir riesgos, pero también existen formas de ser más proactivos. Amt es clara: “Estamos estudiando cómo mejorar la salud de los usuarios y fomentar su capacidad de adaptación. Y sabemos que las estrategias biofílicas lo consiguen. Está ampliamente demostrado que el diseño biofílico —un diseño que da prioridad al contacto con la naturaleza— reduce el estrés, fortalece el sistema inmunitario y mejora la salud física y mental. Todos son factores cruciales para determinar cómo nuestro cuerpo hace frente al COVID-19, que además se propaga menos al aire libre”.

Las guías de la AIA promueven programas y espacios educativos al aire libre, una táctica que hace mucho tiempo que indicaba la intuición. Eitland pone como ejemplo la Crow Island School de Winnetka, en el estado de Illinois, conocida como la primera escuela primaria moderna. Concluida en 1940 y diseñada por el fundador de Perkins & Will, Lawrence Perkins, junto a Eliel y Eero Saarinen, cuenta con aulas en las que se integran patios ajardinados. “Hace ochenta años construimos ese espacio; ahora, en medio de una pandemia, podemos disfrutar de aquellas ideas tan adelantadas a su tiempo”, concluye Eitland.

Las oficinas: ¿qué hacemos con los pufs?

Las estrategias del AIA para unas oficinas más seguras son similares a las guías para centros escolares en lo que respecta a los protocolos de distancia interpersonal y patrones de circulación, salvo porque no cuentan con docentes al frente del espacio. Nabors indica que, por el momento, el personal de una empresa debería utilizar la oficina “como herramienta para lo que no se pueda hacer bien en casa”.

architecture design COVID-19 social distance office
El posible aspecto de una oficina con distanciamiento interpersonal post-COVID-19. Diseño de oficina de Alterstudio Architecture, ganador del AIA Interior Architecture Award de 2019. Gentileza de Casey Dunn.

El funcionamiento base de muchas oficinas no disminuyó durante la cuarentena, pero los espacios destinados a la interacción social y la colaboración en persona serán cada vez menos utilizados. En palabras de Nabor: “Lo que deberíamos preguntarnos es si necesitaremos oficinas en el futuro. Ha quedado claramente demostrado que podemos lograr bastante por vía electrónica”.

Sigue habiendo razones para defender los aspectos más sociables de la oficina, los asociados al puf , como afianzar la confianza y la cohesión entre integrantes de un grupo. La alternativa está en manos de los diseñadores. Imagina un espacio de socialización híbrido con el típico mobiliario de salas de descanso, pero añadiendo monitores para videoconferencias, conectando a las personas que no están en la oficina.

“El factor más importante para las zonas sociales y colaborativas será tener formatos electrónicos para que los equipos mantengan la conexión con las personas que no están físicamente presentes”, indica Nabors. Varios proyectos de RATIO incluyen espacios sociales y colaborativos al aire libre, un ambiente más adecuado para tiempos de pandemia.

La tendencia hacia el uso de asientos flexibles y “hoteling”, también llamado “hot-desking”, consiste en que los empleados que no tengan escritorio propio puedan trabajar desde cualquier punto disponible. Esta práctica podría exponer a los trabajadores a superficies potencialmente contaminadas, pero también ofrece más flexibilidad para una plantilla que siga medidas de distanciamiento interpersonal. Nabor reconoce: “Probablemente lo más inteligente sería esforzarnos por abordar el tema desde lo mecánico, asegurándonos de que tenemos los sistemas adecuados de calefacción, ventilación y aire acondicionado, en lugar de insistir en esterilizar las superficies en todo momento”.

Implementar medidas frente al COVID-19 podría entrar en conflicto con otros objetivos ligados al desarrollo sostenible. Por ejemplo, las oficinas podrían potenciar sus sistemas de climatización para que por el espacio circularan constantemente ráfagas de aire del exterior, pero algo así podría suponer un alto gasto energético. “Estamos hablando mucho sobre cómo incrementar los intercambios de aire sin perder el impulso que hemos tomado en cuanto a limitar el consumo de energía”, confiesa Josh Millman, de NuTec Design Associates, un estudio con sede en York (Pensilvania) que participó en el informe para oficinas del AIA.

Promover el cambio en el uso de las oficinas necesitará rediseñar según las nuevas normas sociales: crear espacios que eviten el contacto cara a cara y eliminar esquinas sin visibilidad o zonas donde puedan formarse colas (como la máquina de café de una sala de descanso). Nabors añade que ha de haber una forma de decirles a tus compañeros, educadamente, que están invadiendo tu espacio o te incomoda una situación.

architecture design COVID-19 retail space
Los espacios comerciales post-COVID-19 deberían contar con zonas frontales y traseras bien delimitadas. Gentileza de allied8.

Comercios: un vistazo a la trastienda 

Las recomendaciones del AIA para espacios comerciales delimita zonas frontales y traseras, separando a la clientela, en la zona de venta, de los trabajadores que se encuentren en el almacén. Shane Aaron, de Selser Schaefer Architects, estudio colaborador del informe sobre áreas comerciales, indica que los sistemas modulares y móviles de almacenamiento y exposición pueden permitir que “todas las existencias de determinado producto estén disponibles en un espacio de trastienda para extraerlas y reponer la planta de venta cuando haga falta”.

Es probable que los vendedores busquen formas de limitar la cantidad de productos que los clientes puedan manipular en el área abierta al público. Los comercios que tramiten pedidos online se convertirán en “una especie de centro de empaquetado con atención al cliente”, en palabras de Aaron. “Habrá cada vez menos clientes que acudan en persona a la tienda para obtener productos de los estantes. En vez de eso llegarán en coche hasta una zona habilitada para que recojan sus pedidos. O para productos más caros, como la electrónica, cuando sí que quieres saber exactamente lo que estás comprando, la tienda se convertiría en una sala de exposición”.

Esto conllevaría probablemente una reducción del espacio de ventas, algo que forzaría a los minoristas a replantearse el valor de sus inversiones inmobiliarias. “En lo que más piensan los vendedores es en la repercusión del suelo —asegura Aaron—. Lo que intentan es sacar el mayor rendimiento económico posible por cada metro cuadrado. Pero lo más probable es que en el futuro veamos un cambio al alza en el espacio que se dedica a las trastiendas, donde se podrían implementar muchas funciones modulares”.

Ciertas alteraciones que no exigen cambios radicales en su forma ni grandes inversiones en nuevas tecnologías pueden dar resultados más significativos y duraderos que los parches antipandemia actuales. Muchas de estas medidas pensadas para limitar contagios contribuyen a una mejora permanente de la salud de los usuarios, limitando la propagación de cualquier enfermedad que se transmita por el aire. Nabors asegura: “Aunque solo redujera los índices de infección de la gripe que llega cada otoño, ya sería un paso en la dirección correcta”.