La reconstrucción de viviendas después del terremoto esta impactando positivamente a los habitantes en México
La Ciudad de México se reconstruyó varias veces durante su historia: Por ejemplo, después de que los españoles conquistaran Tenochtitlán en 1521 o cuando una lluvia de 40 horas la inundó en 1629, durante la época de la Nueva España. Ya en el siglo XX, esta ciudad fundada en el centro de un lago vivió un día trágico el 19 de septiembre de 1985, cuando un terremoto de magnitud 8,0 provocó la muerte de unas 15 000 personas y daños graves en su infraestructura.
Con el tiempo, los chilangos –como se conoce a los que viven aquí– concluyeron la reconstrucción; pero en una terrorífica coincidencia, exactamente 32 años después, otro terremoto volvió a sacudir esta gran urbe en la que ahora viven más de 20 millones de personas. El sismo del 19 de septiembre de 2017 tuvo una magnitud de 7,1, provocó la muerte de 228 personas y dejó 1104 inmuebles afectados (15 tuvieron derrumbe total, 180 se colapsaron de manera parcial y 8 quedaron en riesgo de venirse abajo).
Días después del terremoto, las autoridades anunciaron un plan de reconstrucción de viviendas que, ante la cercanía de las elecciones y el cambio de gobierno, no tuvo los resultados esperados. La nueva administración –que llegó en diciembre de 2018– publicó un nuevo y ambicioso plan en el que se incluyó al condominio de la calle Pacífico 223.
Ubicado en el barrio de Coyoacán –uno de los más tradicionales de la Ciudad de México–, el edificio no llegó a derrumbarse, pero sufrió graves daños que dejaron, en unos cuantos segundos, a 40 familias sin hogar.
“Juhani Pallasmaa, uno de los grandes teóricos de la arquitectura actual, dice que perder una vivienda produce un duelo muy parecido al de la pérdida de un familiar cercano”, apunta María del Mar Tomás, directora de proyectos del despacho COOP Arquitectos, autores de la propuesta ganadora para la reconstrucción.
Esas familias volvieron a tener esperanza cuando el 5 de mayo de 2019 se colocó la primera piedra del nuevo edificio que se levantará en el mismo terreno y que forma parte de un ejemplar modelo de coordinación entre vecinos, autoridades y los despachos encargados del proyecto.
Vecinos, gobierno y arquitectos
Originalmente, el condominio contaba con seis niveles, 40 departamentos y una construcción total de 4461 metros cuadrados. La propuesta actual, que surgió después de un concurso organizado por los vecinos de Pacífico 223, contempla ocho niveles y 54 apartamentos divididos en dos torres unidas por un jardín común. Estas 14 nuevas unidades serán vendidas para recuperar el costo de la obra y evitar riesgos económicos a los condóminos.
Así, la superficie cubierta de Pacífico 223, con 5997 metros cuadrados, habrá aumentado en un 35 % y llegará a 7380 metros cuadrados si se incluye el estacionamiento. Además, se le agregó un local comercial y un salón de usos múltiples.
El tiempo fue uno de los condicionantes, ya que tuvieron solamente un par de meses para presentar el proyecto. “Otro de los desafíos –indica Tomás–, fue trabajar sobre un terreno de forma triangular con solo 16 metros de frente de calle, que tiene una distribución muy difícil para hacer un proyecto rápido, regular y sencillo”.
“Ahora hay una normativa muy dura en torno a temas como dejar patios de ventilación grandes o buenas condiciones de iluminación. Recrear los edificios anteriores ya no era posible porque, por ejemplo, tenían recámaras que daban directamente a un muro ciego de ladrillo”, cuenta la directora del proyecto.
Aunque lo limitado del presupuesto no permite experimentar con materiales o técnicas, el nuevo edificio sí estará construido bajo los estrictos estándares actuales. Para el nuevo Pacífico 223 se ha utilizado cimentación profunda y reforzada, con pilas de metro y medio de diámetro que van hasta 20 metros de profundidad para buscar la roca en el subsuelo de la Ciudad de México, lo cual garantiza la seguridad estructural.
Además, el edificio contará con sistemas de captación de aguas pluviales, aprovechamiento de aguas grises y otros detalles que lo hacen más sustentable.
La tecnología ahorra tiempo, dinero y conflictos
Para lograr todo esto, el uso de la tecnología fue vital, ya que ayudó a comunicar mejor el proyecto entre todos los equipos involucrados y a reducir costos.
En el modelado general del edificio, utilizaron Autodesk Revit para representar digitalmente en 3D todas sus instalaciones y hasta el último acero de la estructura, además de cuantificar cada uno de los elementos.
Asimismo, para la coordinación de todos los involucrados se usó Navisworks y la metodología BIM, lo cual también ayudó a detectar interferencias y así reducir problemas en la obra. De este modo, los diferentes equipos se mantienen siempre al tanto de los avances y toman decisiones de manera más rápida.
“El uso de estas herramientas representó un ahorro importantísimo en los tiempos, que se redujeron en al menos 50 o 60%; porque en la forma tradicional vas avanzando de forma lineal y no en paralelo. Es decir, primero haces la arquitectura, luego la estructura, después una instalación como la eléctrica y luego la hidráulica o la del gas; pero si alguna de ellas requiere modificaciones, por ejemplo, la arquitectura, entonces debes volver a empezar”, explica Sanginés.
El modelodo BIM permite automatizar las tareas de delineado y producción de planos, agrega Tomás: “También a automatizar la actualización y cuantificación de materiales y costos con cada cambio en el proyecto. En el caso específico de Pacífico 223, el ahorro de tiempo estimado fue de aproximadamente 20%”.
Así, el proyecto fue tan robusto que pudo resistir el cambio de gobierno y continúa, ahora bajo del estricto control de las autoridades actuales.
Pero los más beneficiados con estas tecnologías fueron los vecinos, quienes están cerca de la obra permanentemente y pueden ver claramente cómo será su nuevo hogar. “Los modelos en 3D –describe Sanginés– nos permitieron ir validando muy rápido las propuestas con ellos para que vieran temas como las dimensiones de las recámaras, la ubicación de los baños, las características de la cocina o cómo iban a ser las ventanas y la fachada”.
“Gracias a esto, en el programa de reconstrucción de viviendas post terremoto, Pacífico 223 le lleva unos cinco meses de ventaja al siguiente proyecto”.
Las soluciones tecnológicas utilizadas fueron elegidas por Protoforma, un taller de arquitectura, ingeniería y diseño especializado en la solución de proyectos de alta complejidad. “No solamente sobrepasamos los estándares de calidad actuales –expone César Ruíz, director general de la firma–, sino también de responsabilidad con el usuario final, que son los vecinos”.
Ruíz recalca que COOP Arquitectos realizó un excelente trabajo de recopilación de datos y necesidades de las familias y un seguimiento constante con ellas, que se refleja en los resultados.
Se espera terminar la obra durante el primer semestre de 2020, con el fin de entregarla a los vecinos en septiembre, cuando se conmemore el tercer aniversario de la terrorífica coincidencia del día 19, pero también se demuestre que la Ciudad de México fue capaz de reconstruirse una vez más.