En el mundo del cine, los directores se sirven de tecnologías alucinantes y hordas de personas con talento para alimentar la chispa de una idea. El pipeline o segmentación digital divide en etapas interrelacionadas y bien definidas el proceso del trabajo de producción, desde ese primer momento en el que llega la inspiración hasta la edición final. En el mundo de la construcción, la visión del arquitecto se materializa a través de un proceso parecido, el BIM (o modelado de información). El mundo digital alberga infinidad de conocimientos para los creadores de ambos campos, pero hay unas cuantas lecciones sorprendentes que aprender de la segmentación digital que hace que mundos imaginarios cobren vida.
Mi antiguo jefe, George Lucas, creaba mundos tan fantásticos que era imposible hacerlos físicamente realidad en el set, por lo que confiaba en construir estas escenas digitalmente. Así pues, invitaba a sus actores a imaginarse que estaban en un planeta alienígena y, después, a pronunciar unas pocas líneas de gran peso dramático. A los actores se los veía claramente incómodos: tratar de invocar emoción y gravitas en un entorno estéril pone a prueba la imaginación hasta del mejor actor. Actuar delante de una pantalla verde no tiene nada que ver con los mundos fantásticos de las escenas una vez finalizadas. Para facilitar contexto, los cineastas necesitaban mostrar el aspecto que tendría el mundo tras la composición, pero en el propio set.
Hoy en día, los directores ya pueden desplegar ese mundo a tiempo real y visualizarlo en monitores, o meter a los actores de lleno en la escena gracias a cascos de realidad virtual (VR, por sus siglas en inglés). Todo el mundo puede conectarse al sistema, cosa que cambia mucho la dinámica.
Para el arquitecto que está trabajando en el concepto para un edificio, resulta esencial que otros puedan verlo y valorarlo en las primeras fases del proceso. Si los datos se dieran en tiempo real, un ingeniero podría hacer los cambios necesarios antes de que el diseño estuviera demasiado avanzado en el proceso de trabajo. Esa capacidad de reacción a tiempo real está aún en pañales, de modo que los arquitectos no ven las consecuencias de sus decisiones a medida que las van tomando. Cuando sea posible introducirse en un edificio digital a tiempo real, interactuando con componentes del resto de disciplinas, los arquitectos podrán tomar cruciales decisiones de diseño en fases anteriores del proceso.
He aquí cinco cosas que los arquitectos del mundo de la construcción pueden aprender de la segmentación digital de los directores de cine.