Según un informe publicado por Sage en 2020, el 81 % de los directores ejecutivos del sector de la fabricación mencionaban la grave escasez de talento como su principal preocupación. El estudio estimaba que, en la próxima década, habrá que ocupar 4,6 millones de puestos de trabajo en fabricación, aunque es posible que el déficit de trabajadores cualificados deje 2,4 millones de vacantes.
La pandemia de COVID-19 ha supuesto un duro golpe al sector de la fabricación de Estados Unidos. Según el Bureau of Labor Statistics, en junio de 2019 había 486 000 vacantes en el sector. En mayo de 2020, la cifra había descendido a 306 000 y remontado a 336 000 el mes siguiente (lo que supone una recuperación de 10 %). Esto indica que ha bajado la demanda, pero si contamos con que el impacto de la pandemia sobre la economía estadounidense no es permanente, el déficit de cualificaciones en fabricación seguirá siendo un problema. En España, mientras tanto, la pandemia ha agravado la deprimente situación de la industria, ya castigada por la deslocalización y el coste energético, sirviendo como excusa para procesos de despidos masivos frente a una “caída de la demanda sin precedentes”.
Desde que amainó la Gran Recesión de 2007–2009, los ejecutivos del campo han intentado —sin mucho éxito— ampliar sus plantillas para hacer frente a un repunte de la demanda. Este déficit se achaca en gran medida a la escasez de cualificaciones en STEM (siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) conforme la fabricación iba impulsada en mayor medida por la tecnología. Algunas de las cualificaciones más demandadas se dan en los campos de la inteligencia artificial, el aprendizaje automático, el desarrollo de software y desarrollo basado en la nube. Pero esta brecha no es completamente digital. También escasean las cualificaciones en fabricación convencional tales como maquinaria, ensamblaje, gestión de calidad o ingeniería de procesos. El problema es, en parte, demográfico.
Se han jubilado más trabajadores del sector de la fabricación de los que se han incorporado para reemplazarlos. Aun así, no todo el mundo cree que este déficit de cualificaciones en el sector sea real. Algunos argumentan que hay trabajadores cualificados de sobra; la brecha se debe a que los fabricantes no están dispuestos a pagarles salarios atractivos. Otros argumentan que son estos últimos quienes acentúan el problema, al aumentar constantemente los requisitos en cuestión de capacitación y experiencia para los nuevos empleados.
Para Dr. A. John Hart, profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT), el porqué de la cuestión no está en que los nuevos empleados del sector manufacturero tengan expectativas demasiado altas, sino en el ritmo de renovación de las cualificaciones que han de mantener a lo largo de toda una carrera laboral. “Tenemos que transformar el mercado en uno en el que las ganas y la capacidad de aprender a utilizar las nuevas tecnologías sean algo valorado entre los empleados. Un mercado en el que los trabajadores sepan reconocer el momento en el que desciende la demanda de sus destrezas y tengan la oportunidad de adquirir otras nuevas, además de ganar la confianza necesaria para ofrecerlas al mercado”, resume.