Aunque prácticas como el uso temporal o compartido de vehículos han decaído con la crisis del covid-19, el transporte por carretera va a seguir dependiendo de las condiciones climáticas. Según Dumont, adaptarse implica reconsiderar los carriles de tráfico rodado y “anticipar cómo cambiarán las necesidades”. Como ejemplo, cita el hecho de que los trabajadores que viven en las afueras preferirán el coche a la bicicleta para desplazarse en invierno: “El futuro depende de que las carreteras puedan adaptarse en tiempo real”.
Bernard Sala comparte este punto de vista. El presidente de Routes de France y vice director general de Desarrollo e Innovación Responsables de Colas, una de las principales constructoras de infraestructuras, afirma: “Sería una auténtica lástima que con la que está cayendo siguiéramos como si nada. Debemos hacernos con nuevas herramientas con las que integrar aspectos digitales y medioambientales. El diseño de carreteras debe adecuarse a su uso real”.
El diseño de carreteras también debe adaptarse a las bicicletas, que han ganado popularidad durante la pandemia. Este boom puede atribuirse a varios factores. Durante los últimos años, muchas personas comprometidas con la reducción de su huella de carbono han apostado por la bici. Por otra parte, existen iniciativas y ayudas estatales para fomentar el ciclismo en toda Francia, incluso en las áreas suburbanas y rurales.
Esta primavera, brotaron a lo largo y ancho del país unos 1000 kilómetros de carriles bici temporales. Algunas ciudades ya han hecho permanentes algunos de ellos, como planea Toulouse. Aun así, estas iniciativas solo perdurarán si instalan la señalética y el equipamiento adecuados, como puntos de recarga para bicicletas eléctricas públicas. Dumont insiste en que hay que reservar espacios específicos donde estén protegidos y cuidados.
“Gracias a los sensores y a los equipos de medición móviles, ahora es más fácil controlar la presencia y evaluar los tiempos de cruce de una bicicleta respecto a los de un peatón”, nos cuenta Sala, y continúa explicando que los sistemas multiparamétricos son clave para optimizar el control del tráfico.
Actualmente, los sensores integrados pueden evaluar el estado de las carreteras. En el futuro, podrán comunicarse con sensores incorporados a los vehículos y con los teléfonos móviles para guiar a los conductores. También proporcionarán una valiosa información a las infraestructuras inteligentes, mobiliario urbano y señales en el pavimento para que respondan en tiempo real a los datos facilitados por los sensores, de modo que mejoren tanto los procesos de diseño de las vías como la gestión operativa general.