Spacelab usa tecnología aeroespacial para fabricar máscaras contra el COVID-19
Antonio Franco y Hector C. Renovato son dos jóvenes mexicanos que a inicios de 2020 trabajaban en el desarrollo de drones para agricultura y defensa y que, en unos años, llegarán al espacio. Pero hicieron una pausa con el fin de aprovechar sus conocimientos y la tecnología aeroespacial para dotar a los profesionales de la salud de caretas faciales que los protejan durante la lucha contra el COVID-19.
Estos emprendedores de Monterrey, capital del estado norteño de Nuevo León y el polo industrial más importante del país, vieron cómo se extendía en el mundo la pandemia de COVID-19 y supieron que inevitablemente llegaría a México. Así que se pusieron a trabajar de inmediato para ayudar a médicos y enfermeros.
Antonio y Hector son, respectivamente, director ejecutivo y director operativo de Spacelab, una empresa fundada en 2016, cuyo objetivo principal es crear soluciones integradas con enfoques innovadores a través del desarrollo de tecnología de punta. La firma se dedicaba al diseño y manufactura de productos para la industria aeroespacial, pero este año empezó a trabajar en un proyecto nuevo.
“Vimos qué pasaba en otros lugares del mundo, especialmente en Europa, y se nos ocurrió que las caretas podrían ayudar. Teníamos impresoras 3D y material para fabricarlas, como el aluminio que usábamos en los drones”, recuerda Antonio Franco.
Pero no era tan simple como buscar algún molde en la nube e imprimir una careta: detectaron que debían trabajar desde el diseño. “Existían muchos modelos, pero no estaban adaptados a las métricas de los mexicanos, es decir, estaban hechos para la anatomía de personas de otros países”, explica Hector Renovato.
Así empezaron a trabajar en el diseño de las caretas con el equipo de la sede Nuevo León de la Escuela de Enfermería, una de las instituciones de salud pública más importantes del país. “Después de 28 etapas, logramos el diseño perfecto para obtener buena resistencia mecánica, buena rigidez, buena comodidad y sobre todo, una duración excelente”, aseguran.
Varios de los familiares de Renovato trabajan en una importante institución médica dedicada a la investigación para prevenir y controlar enfermedades en México, así que siempre tuvieron información de primera mano sobre las verdaderas necesidades de los médicos. Y pudieron asegurarse de que estas mascarillas realmente funcionaran en los procesos clínicos que se aplican en un hospital. Así, detectaron detalles importantes: no debía agrietarse la mica protectora, las máscaras debían poder esterilizarse en un autoclave y tenían que ser livianas.
“Supimos que debíamos usar un plástico ligero, y encontramos uno que se utiliza en las ventanas de los barcos; aquí en Nuevo León nadie lo quería, pero nosotros le dimos un aprovechamiento muy grande”, relata el emprendedor.
Los jóvenes tomaron todo el aluminio que tenían en el stock de Spacelab y en lugar de utilizarlo en drones o en algún otro proyecto, lo aprovecharon para las caretas, las cuales llevan casi cinco meses de fabricadas y siguen funcionado perfectamente. “Mi tía ha utilizado la suya desde abril”, asegura Renovato.
Antonio Franco cuenta que fueron ellos mismos, junto con su inversionista y otras dos personas, quienes se dedicaron a cortar las placas de aluminio, a conseguir materiales como el velcro y a llevarlas a los hospitales en un remolque.
La primera donación de 1000 caretas la hicieron en Monterrey. En total, donaron más de 9800 máscaras en Nuevo León y en otros lugares del país como Nayarit, Durango y Ciudad de México.
Máscaras a prueba de fallas
Gracias a que trabajaron con un gemelo digital creado en Autodesk Fusion 360, pasaron solamente unos días desde que surgió la idea hasta que donaron las primeras caretas.
“Nos aseguramos de respetar nuestro gemelo digital al 100%, tanto en el proceso de manufactura como en el análisis de elementos finitos, de desgaste y de ciclo de vida de producto. Pudimos saber qué puede fallar en Fusion 360 mucho antes de tener la producción, o inclusive, antes de hacer el prototipo. También ahí realizamos pruebas de aspersión, es decir, nos aseguramos de que no saliera ningún fluido en caso de estornudo”, apunta Renovato.
Además, dentro de Fusion 360 pudieron hacer pruebas con Autodesk EAGLE, aplicando simulaciones como impacto, torsión, térmicas o no lineales; además de testeos de manufactura aditiva, manufactura esbelta, manufactura de fresa, proceso de doblado, torno o corte láser. “Podemos saber desde antes si se puede llegar a romper algo, que es un elemento importante para una mascarilla como esta”, reitera el joven.
“Gracias al diseño generativo, la careta quedó mucho más ligera y mucho más resistente. Normalmente el producto pesaba 79 gramos, y cuando utilicé el diseño generativo pasó a 38 gramos o menos. Y el índice de resistencia aumentó más de cuatro veces”.
Mientras trabajaban en el diseño de caretas, se integraron a una investigación que llevaban a cabo diversas empresas, instituciones y universidades de Nuevo Léon para crear un respirador que pudiera usarse en ambulancias y hospitales que atendían a pacientes de COVID-19.
Debido a los requisitos sanitarios impuestos en México para el desarrollo de estos dispositivos, ese proyecto está en pausa, pero pudieron aportar su conocimiento trabajando hombro a hombro con otras grandes empresas trasnacionales que se localizan en Nuevo León.
El software que ayudó a fundar Spacelab
Hector Renovato es un apasionado del software, tiene 24 años y desde los 12 trabaja de manera empírica en temas de manufactura; además, es un experto en Fusion 360 en México.
“Fui de los primeros usuarios de Fusion 360 cuando apareció en Latinoamérica y me hice profesional en esa área. Además, hoy soy de los pocos que saben aplicar diseño generativo en el área aeroespacial, defensa y espacial, que es nuestro giro principal en Spacelab”, afirma.
Renovato forma parte de un equipo multidisciplinario encabezado por Franco, de 30 años, que desde hace tiempo trabaja con modelos digitales. “Sin este software, Spacelab no existiría como lo que es”, afirma. “Como siempre hemos manejado un equipo multidisciplinario, podemos tener soluciones muy rápido, esa es una de nuestras fortalezas”.
Hoy, Spacelab tiene acercamientos con la industria aeroespacial mexicana y planea producir drones con tecnología nacional para ese sector. Y planea incursionar en temas de movilidad, autos eléctricos, entrega de mensajería… ¡y hasta llegar al espacio!
“Deseamos dominar el aire y la tierra para pasar al tema espacial, porque queremos sumarnos al Programa Artemisa de la NASA (el proyecto de vuelo espacial tripulado que volvería a explorar la Luna en 2024), para que cuando aterricen en la Luna, se puedan usar nuestros productos como investigación”, confía Franco.
Ya han tenido acercamientos con la Agencia Espacial Mexicana y, en un futuro cercano, quieren lanzar cohetes espaciales desde México.
En 2019, la industria aeroespacial mexicana exportó 9 500 millones de dólares y creció 10% anual; además, en volumen de exportaciones, ocupa el 12° lugar a nivel mundial. Los principales destinos de sus productos son Estados Unidos (80.7%), Canadá (4.7%), Francia (3.5%), Alemania (3.2%) y otros países (7.9%).
Pero por ahora siguen trabajando para presentar los prototipos de sus drones en 2021 y consolidarse en este rubro, que en México tiene un importante potencial. “A partir de 2022 o 2023, pensamos dedicarnos 100 % al espacio”, recalca Franco.