Rachel Rosenkrantz, la lutier que incorpora las nuevas tecnologías para innovar un oficio secular
En el diseño de guitarras, ¿qué hace falta para convertirse en un lutier experto? Según Rachel Rosenkrantz, la respuesta es la combinación de técnicas antiguas con tecnologías modernas de diseño y fabricación. Rosenkrantz se basa en su experiencia como diseñadora industrial y arquitectónica para aportar un enfoque moderno al antiguo oficio de la fabricación de guitarras. Hoy en día, tanto aficionados como artistas reconocidos (entre ellos, Kaki King o Andy Rourke de The Smiths) solicitan sus creaciones personalizadas. En este vídeo, Rosenkrantz cuenta cómo consigue innovar en un oficio con siglos de antigüedad. Según sus propias palabras: “Si algo no da miedo, no merece la pena”
[Transcripción del vídeo]
Rachel Rosenkrantz, Maestra lutier: Creo que este trabajo exige un procesamiento intensive y requiere comprender que las decisiones de diseño y las elecciones de diseño están íntimamente ligadas a la forma de ejecución. Hay que anticiparse cinco pasos en lugar de dos, como si se tratara de una partida de ajedrez.
Soñaba desde hace mucho tiempo con fabricar instrumentos y no podía renunciar a ello. Cuando estaba en la escuela de diseño en Paris, de camino al trabajo, pasaba por L’Atelier de Maurice Dupont en el bulevar Dominion. Así podía ver el progreso diario y cómo se combinaban el diseño, la artesanía y la música. Es una disciplina que representa todo lo que me apasiona.
Me gusta asumir riesgos en mi trabajo. De lo contrario, las cosas no cambian y esto me aburre. Es más divertido cuando se asumen riesgos. Lo que no da miedo, no merece la pena. Mi faceta docente influye en mi trabajo de diseño y me recuerda el motivo por el que fui a la escuela de arte en primer lugar. Las preguntas de los alumnos hacen que cuestione mis suposiciones: “¿Por qué así?” Bueno, en realidad, no tiene que ser así… La docencia es como una fuente de la juventud.
Me da lo mismo si tengo que utilizar un lápiz o un ratón. Primero creo un boceto a mano. Utilizo mucho el modelado 3D para comprobar las cosas dos y tres veces. Una expresión del ámbito de la carpintería dice que hay que “calcular dos veces y cortar una”. El software 3D va más allá. La impresión 3D me permite crear formas que no son moldeables, o que costaría mucho moldear, e imprimirlas en un plazo de 48 horas.
La caja de resonancia, las piezas que no se ven… ¿Qué pasa dentro? Es como un techo con vigas. Si las vigas no estuvieran ahí, todo se vendría abajo.
Esa pieza no se ve, pero es fundamental tanto para la estructura del instrumento como para la calidad del sonido. De este modo, se puede dar forma al sonido. Además, ver que algo tan sólido, rígido y duro como la madera empieza a adoptar la forma que quieres, con bonitas curvas, es un momento mágico.
Un problema puede tener más de una solución. Se puede obtener el mismo resultado de formas diferentes. Tanto en la escuela como en mi profesión de diseñadora, el objetivo era innovar. Pero en cuanto a la fabricación de guitarras, recibí una formación muy tradicional en guitarra clásica. Ahora he conseguido unir ambos mundos. Se trata de crear un instrumento innovador sin faltar el respeto a lo que se ha hecho hasta ahora, porque no pretendo reinventar la rueda. Muchas personas han intentado antes lo mismo que yo y puedo aprender de ellas.
No me gusta decir que el diseño tiene normas. Creo que hay principios que uno puede aplicar o no, pero que debe conocer. De este modo, al menos las decisiones serán meditadas. Ver lo ojos del cliente cuando recibe un instrumento y saber el uso que va a darle es una sensación impagable.
Es curioso porque, en mi anterior experiencia, cuando entregaba un proyecto, nunca recibía un abrazo de un cliente. Ahora, cuando entrego una guitarra, recibo grandes abrazos. Es muy gratificante.